EVA AZKUE
Desde que descubrió que su marido soñaba con otras mujeres, Fanny guarda una flor de hielo en su corazón. No hizo falta que él se lo contase. Las vio en sus labios dormidos, las sintió en la piel de sus brazos, las vio flotar entre las células de su cerebro, como plumas de ave.
Desde entonces, la flor se interpone ante cada nuevo hombre que aparece en su vida, como si los huesos, los músculos y las arterias de su pecho presintieran el desastre inevitable.
Un día, Fanny encontró a un hombre que, por antiguos desengaños, guardaba en el pecho, como ella, una flor de hielo. La mujer sintió hacia él una atracción devastadora, un huracán de amor y dolor entremezclados como esquirlas punzantes.
Cada día que se encuentran, los dos intentan mantener separado lo que las fuerzas que mueven los astros tratan de unir. Apenas hablan, justo se miran de soslayo, se empeñan en no verse.
Ambos, cada día, se aman en secreto, como tristes figuras de nieve.
Desde que descubrió que su marido soñaba con otras mujeres, Fanny guarda una flor de hielo en su corazón. No hizo falta que él se lo contase. Las vio en sus labios dormidos, las sintió en la piel de sus brazos, las vio flotar entre las células de su cerebro, como plumas de ave.
Desde entonces, la flor se interpone ante cada nuevo hombre que aparece en su vida, como si los huesos, los músculos y las arterias de su pecho presintieran el desastre inevitable.
Un día, Fanny encontró a un hombre que, por antiguos desengaños, guardaba en el pecho, como ella, una flor de hielo. La mujer sintió hacia él una atracción devastadora, un huracán de amor y dolor entremezclados como esquirlas punzantes.
Cada día que se encuentran, los dos intentan mantener separado lo que las fuerzas que mueven los astros tratan de unir. Apenas hablan, justo se miran de soslayo, se empeñan en no verse.
Ambos, cada día, se aman en secreto, como tristes figuras de nieve.