2010/03/02

RECETA PARA AHUYENTAR LA DESDICHA


MAXFIELD PARRISH (Air Castles)


Escoja buenos ingredientes: cierta solvencia económica sin desproporción o agravios comparativos (es un hecho comprobado que el exceso de dinero cretiniza), amigos a discreción, viajes a lugares remotos, amantes ocasionales o parejas para toda la vida, hijos al gusto, un buen trabajo con algunas pizcas de creatividad, hábilmente espolvoreadas.

No es necesario que sus conocidos lean a Sigmund Freud o sepan resolver ecuaciones complejas. La intrascendencia es tan necesaria como el conocimiento científico. Tampoco es obligatorio que estén dispuestos a escuchar una y otra vez todos sus problemas. Es tan importante tener un amigo superficial como un confidente.

Llámeles a menudo. No escatime en gastos con ellos, por Dios, salvo que esté atravesando por verdaderas dificultades. Si tiene dinero de sobra, piense que, si no lo gasta de otro modo, colaborará en los desmesurados beneficios de la banca. Puesto que tampoco querrá enriquecer a los emporios de las comunicaciones, explore medios alternativos de relación con el prójimo, fiestas, paseos, visitas inesperadas, abrazos, conversaciones a la luz de la luna. Gaste todo lo que necesite para ser feliz. Márquese como un objetivo que su cuenta bancaria esté a cero o tenga números rojos en el instante de su muerte.

No hace falta inventarse un origen de postín o unos padres con dinero, pueden ser pobres de solemnidad siempre que le hayan prestado la suficiente atención. Tampoco necesita fantasear con amores o amantes. El escaso éxito afectivo tiene su hechizo, tal vez usted sea el último paraíso por descubrir.

Diseñe cada día libre, cada fin de semana, como si fuese una joya, un diamante de mil caras. Juegue con cada instante. Tome decisiones cada día. Se va a equivocar quizás tantas veces como acierte, pero al menos podrá sentir el vértigo del vacío, la alegría del salto mortal, el flujo veloz de la sangre por su cuerpo, la sorpresa del éxito inesperado. Y tal vez aprenda, aunque sea superficialmente, de su larga lista de fracasos. No olvide jamás, sin embargo, que el único camino seguro es el que se dirige hacia adentro, hacia uno mismo.

Dinamite cada minuto, revolucione cada día, haga una creación irrepetible de cada instante. Y cuando llegue su fin, experiméntelo como quien prueba un manjar desconocido o quen visita un nuevo país, como si emprendiera un viaje al centro de la Tierra o tuviera una cita inesperada con una amante vertiginosa que busca depositar en sus labios un beso eterno.