2010/02/25

UNIVERSOS DISTINTOS

NORMAN ROCKWELL (Boy and Girl gazing at moon)


No se muy bien por qué empecé a escribir un blog. Buscando en la red encontré casualmente el de Gabriel Abril, un cantante casi desconocido que tiene una canción (Carreteras) que me encanta, y me planteé hacer yo también un blog de viajes y literatura, que no tuviera nada que ver con un diario pero que incluyese algunos hechos personales convenientemente disfrazados con historias ajenas.

Esta semana, sin embargo, ha sido muy especial para mí, pues han pasado dos hechos, aparentemente triviales, que me han afectado mucho, algo que normalmente no me sucede, pues son muy pocas las cosas que me alteran. Una está relacionada con el trabajo. He tenido una oportunidad de trabajar en Bilbao, la ciudad donde vivo, en un puesto relacionado con el mundo sanitario, con mis estudios. Yo mismo la desaproveché, dejando sin contestar, sin querer, una pregunta en el examen para optar a la plaza. Sigmund Freud tal vez tendría algo que decir al respecto. Me he sentido triste por no conseguir el trabajo. Un hecho así, casi intrascendente, cambia una parte de tu vida. Este año quiero comprar un piso. Si hubiera tenido el trabajo en mi ciudad, Bilbao, a diez minutos de mi casa, lo compraría en cualquier pueblo de la costa de Bizkaia, pues me encanta el mar. Si sigo en Vitoria, como parece, será allí. A veces el subconsciente, o tal vez el destino, decide por uno.

El otro es la intensa pasión que he sentido hacia una persona que no conozco. Tal vez escriba esta entrada en el blog, la única completamente personal en dos años que llevo con él, por si ella la lee, algo que ahora es improbable. Me encantaría que lo hiciese, aunque fuera dentro de un mes o un año. Sin embargo, seguro que dejaré sin decir muchas cosas importantes, por timidez o por miedo.

Cada vez que veo a esa chica, a esa mujer, pasa un huracán por mi cuerpo, un cometa, una tormenta de granizo, un tsunami vertiginoso. Mi corazón me dice: no dejes que salga de tu vida, no dejes que ese rayo de luz se desvanezca. El Universo entero me señala en su dirección. El problema es que tal vez vivamos no solo en ciudades distintas, sino en universos distintos.

Hay mujeres a las que uno quiere besar y abrazar, tocar, morder suavemente, penetrar, con las que uno busca conectar y desconectar, pasar a su lado unas horas y no saber nada de ellas en un tiempo. Hay otras con las que, sin que lo anterior sea en absoluto descartable, uno solo pretende estar a su lado el mayor tiempo posible, hacer bromas, reír, escucharlas en silencio, tomar un café con ellas, comer comida vietnamita, pasear por cualquier ciudad desconocida, ir a la playa, mirarlas cuando conducen, acariciar su pelo, dormir a su lado, leer sus pensamientos mientras duermen, entrar en sus sueños, amar cada centímetro de su cuerpo, cada cosa que dicen o que tocan.

Hay mujeres con las que, aunque vivan en universos distintos, uno tiene la seguridad de que no se equivoca.