2010/05/02

HABITACIONES DESORDENADAS

LUCIAN FREUD (Interior in Paddington)


Anteayer, a las once de la noche, recibí una llamada inesperada. Era una amiga con quien tuve una corta relación en otro tiempo, y que por suerte, no conoce este blog. No, no voy a decir nada malo de ella, ni mucho menos. Tampoco diré su nombre.

Justo acababa de dormirme y mis primeras respuestas, seguramente, fueron monótonas, desganadas, somnolientas, la conversación anquilosada de alguien que ha sido extraído de un mundo extraño y misteriosamente feliz y que solo quiere volver a él, sin ningún deseo de que le saquen de allí a la fuerza para entablar cualquier tipo de conversación.

Sin embargo, la charla duró hasta la una de la mañana. Hablamos un poco de todo, ya que hacía un tiempo que habíamos tenido oportunidad de extendernos de ese modo. Al final, puesto que mi amiga es psicóloga y tiene formación en Gestalt, la conversación derivó hacia esos caminos. Cuando le dije que iba a dedicar esta semana a ordenar mi trastero, que parece haber sufrido la visita de un tornado o un temblor de tierra, me dijo que el que estuviera así era un reflejo de mí mismo, de mi desorden mental.

Vivo solo y, ya que paso muy poco tiempo en casa, había pensado coger una persona para que me hiciera algunas tareas del hogar. Mi piso también suele necesitar un poco de orden y concierto, siempre tengo ropa sin planchar y nunca me acuerdo de limpiar los cristales o las persianas, de dedicarle un tiempo a la terraza, de lanzarles frases de amor a las flores. Siempre he pensado que estas son tareas que debe hacer uno mismo, y ahora, después de conocer esa oscura relación, que ya intuía, entre el desorden de la casa y el propio, creo que tal vez sea un poco injusto contratar a alguien para que te arregle y te limpie las habitaciones desordenadas de tu mente.

Mi amiga también me dijo que últimamente adivina el futuro, que lo presiente. No es que le crea mucho pero aproveché para pedirle que adivinase el mío y ella me contestó que el año que viene tendré una relación muy intensa y apasionada, que incluso puede acabar en boda. También quiero escribir una novela y me dijo que solo lo conseguiré cuando esté enamorado. Ya lo estoy, le confesé, y no escribo una palabra de ningún libro. Además, proseguí, siento como si toda mi inteligencia o mi capacidad de razonar, si algún día las tuve, se hubieran evaporado, como si tuviera el cerebro de un caballito de mar o una sardina.

Hoy, por fin, me he puesto a ordenar el trastero. Quiero deshacerme de cosas viejas, que fueron útiles en su día pero que ya no me sirven, para dar entrada a otras nuevas. Cuando termine ¿se ordenará a la vez, misteriosa y mágicamente, el resto de mi vida?.