2010/04/27

ENFERMEDADES


LINDA BERQVIST (Do not whisper into the wind)


Además de los fármacos, las vacunas y la cirugía, todas las enfermedades tienen un tratamiento común: recuperar el animal de agua y luz que somos, entusiasmarnos con nosotros mismos, buscar besos y caricias, tener constelaciones de amigos, alimentarnos de fresas y aire, de amapolas y yogures, de zanahoria y jalea real, desarrollar nuestras auténticas inclinaciones que no son, a buen seguro, las que diariamente ejercitamos ni las que nuestros padres desearon para nosotros.

Las enfermedades crecen en la oscuridad de los cuartos, en las oficinas sombrías, en los odios almacenados, en el amor perdido, en la soledad obligada, en la privación del sexo. Los pequeños habitantes que las provocan, los microbios infinitesimales, las células oscuras del pus y los genes alterados que originan las metaplasias crecen en el humus de nuestras desilusiones, en los residuos de los alimentos manufacturados, del azúcar sintético, de la sal y los pesticidas, en el tabaco o el alcohol que utilizamos para compensar nuestras tristezas.

Salgamos a la calle, caminemos, reivindiquemos el amor y el azar, tracemos redes de amigos, viajemos, acudamos a charlas y a grupos, hablemos con todo el mundo, veamos cine, leamos, descubramos lo que somos, tomemos el sol y el aire durante unos minutos, respiremos, caminemos sobre la tierra, olvidemos los zapatos estrechos, las ropas ajustadas, los tatuajes del alma, los piercings que un día clavaron en nuestro corazón entristecido, y salgamos a la vida, como si hoy mismo fuera el final del mundo.